Paff, el drac magic

miércoles, 5 de noviembre de 2008

LA VENTANA

Su mirada era triste. Sus facciones cansadas. Su alma una estrella fugaz. Pasaba las horas mirando por la ventana de su habitación. Sentía que no tenía nada más que hacer en esta vida. Lo había hecho todo. Se había enamorado. Se había casado. Había tenido hijos y también plantó un árbol. El libro lo tenía acabado en su mesa de trabajo, como la llamaba ella. Era una simple mesita vieja de habitación de residencia. En ella había instalado su taller de trabajo que consistía simplemente en una máquina de escribir y un paquete de folios. Y justo pegado una papelera para las historias frustradas de su vida.

Llevaba ya cinco años en esa residencia. Tiempo más que suficiente para dedicarlo a terminar el libro que tenía empezado. Esa misma tarde iba a venir uno de sus hijos a recogerlo para entregarlo a una editorial. Sabía que no tenía nada que hacer, pero era la ilusión de su vida, así que como tampoco perdía nada…

Nadie lo había leído todavía. Solo ella. En él relataba toda su vida. Desde cuando era pequeña y su madre la llevaba a misa todos los días con sus dos coletas y el vestido de los domingos. Hasta el mismo día anterior.

Dedicó una parte del mismo a las historias que se inventaba sobre la gente que veía pasar por la ventana. Su amiga. Su compañera. Gracias a ella el tiempo le resultaba más placentero y no había cabida para el aburrimiento. Le gustaba mirar por la ventana. Localizar a la gente que pasaba delante de ella y empezar a imaginar como serían sus vidas. Nunca nadie se daba cuenta de que estaban siendo observados. Ninguno de ellos le iba a devolver ninguna visita a su vida. Ni tampoco se imaginaban que iban a ser parte de un libro que tal vez fuera a publicarse en breve. Pero no le importaba. La compañía que le hacían aún sin saberlo le era más que suficiente.

Un día por ejemplo, vio a una pareja que estaba en medio de una pelea de enamorados. Entonces imaginó que estaban organizando la boda y que estaban resolviendo los problemas que iban surgiendo. El de hoy en cuestión era donde sentar a la tía Paqui durante la cena. Otro día vio a una madre con su pequeña. Iban las dos con una perrita blanca. Totalmente ajenas al mundo que les rodeaba. La niña le estaba contando a su madre que su amiga Berta le había escondido la goma de borrar en clase y cómo se había enfadado con ella. La madre prestando toda la atención del mundo al tema en cuestión simplemente porque se lo estaba contando su hija, su orgullo, su amor, su vida. Al día siguiente vio a un chico metido en un traje de los baratos y dos ó tres tallas más grande que él mismo. Ella pensó que iba a una entrevista de trabajo y que ese traje era evidentemente prestado posiblemente de su hermano mayor. Seguro que con ese mismo traje él sí que consiguió el puesto de trabajo en el que estaba ahora mismo.

Y ahí estaba ella ahora mismo. En su ventana. Contemplando a la gente. Imaginando sus vidas. Siendo feliz a su manera. No necesitaba nada más. ¿Quien sabe? Igual algún día podría incluso hacer amistad con alguna de esas personas y encontrar un alma en pena con la que poder compartir la recta final de su camino….

2 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Nada como la imaginación.
¿Eres tú la mujer de la ventana? ¿Tiene algo de tí?
Bueno, no hace falta que contestes. No te conozco, pero me gusta imaginar.

Silencio dijo...

Juanra: Solo por ser tú te contesto, pero no te acostumbres eh.. jejeje...

No, no soy yo. Es un texto totalmente ficticio y casi te diría que improvisado. Aunque supongo que todo lo que escribimos lleva algo de nosotros mismos. De mi diría que prefiero la postura cómoda de ver la vida pasar ante mi que no meter la mano y quemarme...

De todos modos, dejo que imagines todo lo que quieras. A veces puede ser hasta divertido!

Un beso y gracias por tus visitas.

PD: Puse más textos por abajo intercalados con lo que ya había. Imagino que ni te has dado cuenta. Es que me estaba quedando un churro de blog y lo intenté arreglar como pude.. por cierto, como lo hice?