Paff, el drac magic

martes, 18 de noviembre de 2008

VIDA MODERNA


Nos pasamos la vida añorando cosas. Quejándonos. Entristeciéndonos. Agobiándonos. Estresándonos por todo. Y nunca nos paramos a pensar el por qué. ¿Por qué lo hacemos?¿Por qué nos permitimos el lujo de desperdiciar siquiera un minuto de esta corta vida en hacerlo?¿No sería mejor disfrutar de lo que tenemos?¿No sería mejor dar gracias por lo que nos queda y no llorar lo que se quedó o no tenemos? La vida es demasiado corta para desperdiciarla de esta manera, no creéis?. Como dije en cierta ocasión: “Carpe Diem – dijo el sabio”

Uno siempre se pregunta por qué se empeña la gente en amargarse la existencia. No somos capaces de valorar y aprovechar lo que tenemos a nuestro alrededor. Siempre queremos algo más. O algo menos. Siempre llenos de rencores. Con lo fácil que podría llegar a ser vivir y punto. Ni perdonamos ni olvidamos. Esa es la vida moderna. Siempre tan competitiva. O pisas o te pisan. Se acabó la humanidad. No se puede ser amable por que si lo eres, te quitan el puesto. Y yo digo ¡Basta!.

Nos hemos creado unas necesidades absurdas que si no se tienen cubiertas nos podemos incluso morir. Si no tenemos un súper coche, igual no podremos ir hasta la esquina a comprar el pan, que con el viejo se va muy mal. Si no tenemos un sofá con muelles que nos mezan igual no podremos echarnos una siesta en el dichoso sofá. Si no tenemos una súper lavadora con capacidad para un regimiento igual nos quedamos sin ropa para vestirnos.

Nuestros padres y sobre todo nuestros abuelos iban a pie a los sitios y siempre llegaban a su hora. No se echaban siestas por que tenían que trabajar de sol a sol. Y al llegar a casa igual solo encontraban una silla de madera en la que sentarse a comerse un mendrugo de pan con un poco de cebolla. La ropa se lavaba a mano y en los ríos o similares. Y hablando de ropa, tenían el traje de diario y el de los domingos. Ellos no necesitaban ordenador. No necesitaban internet. Sabían vivir sin un móvil. Casi también podían vivir sin un teléfono fijo en casa. No necesitaban un supermercado abierto las 24h. eran más previsores y punto. Vivían más relajados. Y creo que aún así, eran mucho más felices que nosotros, los de nuestra época.

Pero la vida moderna nos exige todas estas cosas. Necesitamos no sólo un súper coche, si no dos. Por que en una casa es necesario que trabajen dos (y nunca es al lado de casa, si no a tomar por … )para poder llegar a fin de mes. Y ni siquiera así se llega. Necesitamos el sofá por que a falta de otros vicios es el único que nos queda que en principio no nos cuesta dinero. Descansar un poco al llegar a casa tirados en el sofá. ¿Lo de la comida? Mejor ni hablamos por que no hay tiempo para comer en condiciones ni para prepararlo. Comida basura es lo que se puede pagar y se tiene tiempo de preparar. ¿Un montón impresionante de ropa? Evidentemente. No tenemos tiempo ni para ir al aseo, menos aún para lavar, tender y planchar nuestra ropa. Con lo cual tenemos que tener varias prendas para poder vestirnos cada día y no ir hechos unos fachas. De ahí que necesitemos esa súper lavadora. ¿Ordenador? ¿Internet? Claro que hace falta. ¿Como si no tendríamos contacto con el resto de la humanidad? No tenemos tiempo para quedar con los amigos. Tenemos que hablar con ellos a través de una máquina y a partir de ciertas horas de la madrugada, que es cuando ya tenemos ese tiempo para dedicarnos a nosotros mismos. ¿móvil? Más de lo mismo. Las prisas, los agobios, el tener que estar a tomar por … para poder trabajar mientras el resto de la familia vive desperdigada por ahí… mejor no estar incomunicados. Y menos si no se tiene a nadie más que a la pareja por que si te pasa algo, a nadie le va a importar.

Cuando estamos tristes, agobiados, estresados, apesadumbrados y por qué no, deprimidos, nos buscamos algo que nos llene. Y qué mejor que buscarnos una de esas absurdas necesidades e ir a comprarlo. De esta manera hemos mantenido la ilusión desde que pensamos a ver qué nos podría hacer falta, dónde lo podríamos ir a comprar, qué día vamos a ir y cómo lo vamos a organizar, nos puede aportar lo mínimo tres semanas de falsa ilusión y felicidad.

No sé. Tal vez sea hora de replantearnos en la medida de lo posible esta maravillosa vida moderna, no?