Paff, el drac magic

viernes, 14 de noviembre de 2008

GOLPES


Era medianoche cerrada cuando de repente algo la despertó. Había estado trabajando hasta tarde y se acostó agotada. Su trabajo tenía eso, que no tenía horarios. Y ella era muy exigente consigo misma. No quería dejar nada para mañana. “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, se decía siempre. Por eso nada más tocar la cama cayó de inmediato en un sueño profundo. Y por eso no supo decir si el ruido lo había oído realmente o simplemente lo estaba soñando. Esperó un buen rato hasta que ya se le había casi parado el corazón intentando oír de nuevo ese espantoso ruido que la despertó. No oyó nada durante todo ese tiempo. Pensó que habría sido un sueño. Estaba ya a punto de acostarse otra vez cuando de repente el mismo ruido se oyó, pero esta vez más cerca.

De repente se acordó de cuando era pequeña. Dormía con su hermano en una misma habitación. Y cuando los dos tenían miedo por que habían oído un ruido, o porque simplemente jugando el uno empezaba a decirle al otro que “imagina si ahora mismo se abre la puerta y aparece un fantasma”. Al cabo de poco tiempo el primero que mencionó al fantasma ya se estaba arrepintiendo de esas palabras. Qué miedo pasaban en esos ratos. Entonces llegaban al acuerdo de que si ninguno de los dos ponía un pie en el suelo les iba a pasar nada. Para entonces el fantasma ya estaba en la habitación y se había metido debajo de la cama esperando la distracción de alguno de los dos para cogerles por los pies al bajar de la cama y llevárselos con él.

Por eso mismo se resistía a bajar de la cama e ir a mirar de donde provenía ese ruido. Pero por el otro lado, ¿qué iba a hacer?. ¿se iba a quedar allí en la cama, muerta de miedo esperando a que saliera el sol para poder moverse?. No sabía que hacer.

Ya cuando compró esa casa, hacía ahora tres escasos meses, le advirtieron los vecinos que no era buena idea. Nadie aguantaba mucho allí. El por qué era un misterio. Pero la gente que allí había intentado vivir salía despavorida al cabo de poco tiempo. Y en ese mismo instante se estaba arrepintiendo de no haberles hecho caso y de haber hecho esa adquisición que le pareció una ganga en su momento. Con razón lo era. Pocos eran los que sabían de ese miedo escalofriante que producía esa casa. Solo los que la habían habitado podían dar fe de ello.

Y allí estaba ella. Parada. Congelada. Igual que una estatua de fría piedra.

Entonces intentó pasar al plan “B”. Tenía que tranquilizarse y pensar. No podía vivir con esas sensaciones de su niñez. Tenía que crecer mentalmente y hacer frente a los problemas que se le plantearan. Por eso mismo había decidido que a sus casi treinta años iba a vivir por fin sola. Con todo lo bueno y lo malo que ello conllevaba. Así que cogió aire. Respiró despacio. Pausadamente. Hasta que consiguió que su corazón volviera a latir de manera que no le doliera el pecho. Cuando ya se dijo a sí misma “¡ya está!¡ya pasó!” volvió de repente y mucho más cerca ese ruido. Ya parecía como si estuviera justo al lado de la cama. De hecho, sonó otra vez. Y otra. Y otra más. Era como si lo que fuera que provocara ese ruido estuviera justo delante de sus ojos…de hecho lo podía casi tocar … notaba su presencia … un ruido ensordecedor .. y de repente … silencio …